miércoles, 22 de junio de 2011

HABLATIVOS

Emisor, receptor y mensaje. Son los tres pilares fundamentales sobre los que se fundamenta la comunicación verbal. Emisor es aquel individuo que expide sus pensamientos o intenciones de oral manera, mensaje es el nombre que se le otorga a lo expedido anteriormente y receptor es aquel semejante que, en la mayoría de los casos, aguanta estoicamente la paliza.
Queridos amigos, en esta ocasión analizaremos en profunda profundidad la figura del “Hablativo” y juntos trataremos de establecer una serie de pautas orientadas a evitar la presencia y posterior discurso de tal enemigo del silencio.

Llegados a este punto y para evitar odiosas criticas, que por otra parte me paso por el Arco de Trajano, les advierto de la próxima dureza de mis palabras y en el caso de que usted, querido lector, sea un hablativo en potencia, le invito a que deje de leer este texto de inmediato.
Dicho esto continúo.

El hablativo es una figura presente de manera perenne en la sociedad española y mundial, siempre hay honrosas excepciones como en el caso de Sudán donde la gente es muy reservada, pero por lo general el lenguaraz habita en la mayoría de culturas con mayor o menor transcendencia social.
No hay un perfil determinado de tan espantosa personalidad, tampoco existe ningún rasgo físico que nos permita diagnosticar preventivamente, la horripilante presencia de un hablativo. Solo cuando le tenemos a escasos centímetros y el hablativo nos ha seleccionado como presa es cuando somos conscientes del peligro, y trágicamente aceptamos los designios del destino y la resignación se apodera de nuestras almas.
Los pabellones auditivos, temerosos de su fatídico sino, se extienden vaselina cuidadosamente sabiendo que la sodomización auditiva esta próxima. Las manos sudan, la mente vuela y trae consigo recuerdos de situaciones mejores, donde el silencio reinaba y el hablativo daba por Detroit a cualquier otro desgraciado.
La sonrisa previa al coloquio hace presagiar lo peor, el hablativo viene fuerte y trae toda una vida que contar, que a su juicio nos importa muchísimo aunque tres dídimos nos dé.
Sus mandíbulas se despegan con siniestra lentitud, sus ojos te apuntan cotejando tu atención y su posición corporal con respecto a la tuya frustra cualquier plan de huída.
Comienza la conferencia y no podrás hacer nada por evitarlo.

El hablativo dilapida palabras con perversa cadencia, generalmente y salvo excepciones, este habitante del Averno trata el tema que menos nos interesa en ese preciso momento.

Nos puede asestar una brutal lección de humanidad contándonos en mil y una ocasiones lo excelente persona que es y lo terriblemente retorcido que puede llegar a ser en caso de que las circunstancias lo precisen, así como relata lo privilegiado que es su sistema nervioso y como, llegado el momento, le puede sacar de más de un apuro social.
- “Yo soy muy tranquilo, yo las siempre peleas las evito eso si cuando se me va el “nervio” no me sujeta nadie”.
El que suscribe es aficionado al boxeo, y conoce de sobra la importancia del nervio cuando escasea la técnica y la proporción de pesos inexiste. Aun así el que suscribe jamás discutiría con un hablativo.

El hablativo es capaz de hilar los temas con una envidiable y odiosa capacidad, de tal manera, tan pronto puede estar hablando de las virtudes de su brío como de pronto relatar primorosamente los detalles de sus aventuras ociosas.
-“Yo me he pegao cada fiesta que ha sio la hostia, yo he disfrutao de la vida, bueno he disfrutao y disfruto porque hoy estamos aquí..”
Llegados a este punto de la ponencia, todos sin excepción pensaremos en lo breve que es la vida para estar aguantando semejante chapa, aún así un poder superior nos obliga a continuar.

Invariablemente las aventuras del orador superarán ampliamente las nuestras, y ante cualquier amago que realicemos de contar algún episodio de nuestra vida, el hablativo nos contendrá de inmediato para relatar el suyo propio. Sirva este ejemplo:
-“Mi hija es un poco ligerita ha salido a su m”- El torturador nos cortará en seco.
-“Pues anda que la mía, la mía es más puta que las gallinas, el otro día la pille restregándose con el hijo de mi vecino, y eso que solo tiene un año y medio”
Ante un argumento de esta envergadura el nuestro queda obsoleto relegándonos al silencio.

El espacio vital es quebrantado con total impunidad, ya que la tendencia del hablativo es acercarse sospechosamente a su víctima haciéndonos dudar en más de una ocasión de sus verdaderas intenciones.

Nuestro querido parlanchín posee una capacidad infinita de auto diversión y no es extraño verle disfrutar como un marrano con sus propias anécdotas. Este perverso tirano se regocija cual puerco en ciénaga con sus sucesos. Al colofón de la anécdota la primera y la última carcajada que, ordinariamente, resuena en el lugar es la suya.
Posee un sentido del humor propio de un geranio.

La cabeza huye presa del pánico pero el hablativo es un conferenciante diestro y vigoroso y no permite que mente alguna sobrevuele el lugar huyendo de su terrible apaleamiento oral y de forma maestra nos hará preguntas con objeto de mantener nuestra inexistente atención. Por suerte el palizas no escucha ni al Rey en Nochebuena y podremos salir del atolladero interrogativo con un simple “Si” o con un leve movimiento craneal.

Por ultimo les cuento la historia de Fernando Cornicueso del Valle, celebre hablativo riojano, que en una ocasión y durante el sepelio de su difunto primo hermano, contempló atónito como el difunto se incorporaba con manifiesta indignación y abandonaba su propio velatorio. “Ya no puedo más por dios ya no puedo más” exclamó abriéndose paso entre la estupefacta multitud que se dio cita en el lugar. El resto de asistentes también se fueron ya que sin difunto, su presencia en el velatorio era absurda.

Amigos llegados a este punto, me cago en la madre que parió al niño que esta haciendo ruido en el patio.

Tengamos en cuenta que un folla orejas con diploma pasa tres poblaciones de nuestro interés por su discurso, este violador auditivo llega, descarga su conferencia y con las mismas se da media vuelta y se va dejando a su paso, una cabeza destruida, unos oídos violados y cualquier opción de relación social frustrada. Este asesino de la palabra carece de escrúpulos y no da muestras de arrepentimiento por la felonía cometida.

Recordad siempre amigos, que una inocente sonrisa a destiempo puede anunciar la inminente catástrofe por parte de un hablativo federado.

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