lunes, 13 de junio de 2011

GUÍA PARA EL CORRECTO USO DE LA PLAYA

El invierno murió y con el llega a primavera que, una vez muerta da paso al verano. Esa estación que suscita en mi persona un odio sin precedentes.
El verano trae consigo un calor del tamaño de tres campos de fútbol, motivo por el cual yo lo detesto hasta limites que se escapan a la imaginación.
Mas no por odiarlo lo puedo evitar, y año tras año desde hace ya muchos lo vengo sufriendo con envidiable dignidad y una de las cosas que mas amenizan mi sufrimiento estival es la visita a la playa lugar al que solo acudo cuando el calor se concentra en mi persona con intención de quedarse.
Pero ir a la playa no es una labor tan simple como ir al parque, requiere adoptar o más bien evitar cierto tipo de conductas que dejan entrever la ausencia de clase y buenas maneras de las que doy por sentado que mis lectores gozan.
A continuación les ofrezco una serie de directrices que facilitarán la adopción del adecuado comportamiento playístico evitando con ello que resulte indeseable compartir playa con ustedes.
A la playa se va con los menos objetos posibles, me resulta irritante ver como ciertos individuos asisten a playa pertrechados de todo tipo de artilugios tales como mesitas, sillas, flotadores, instrumentos hinchables de ocio acuático etc. Determinados seres precisan un camión de mudanzas para acudir durante una sola jornada a playa, resultando dañino para la retina ver como montan en la arena su propia sala de estar. A playa se acude con traje de baño y como mucho protector solar y pequeña bolsa de mano para guardar el mismo.

Siempre seremos mejor vistos si vamos a playa en perfecta ausencia de retoños, no hay nada más inaceptable   desde el punto de vista de las buenas maneras que tener que soportar a los pequeños infantes incordiando chapoteando y haciendo mil y una maldades más tanto dentro como fuera del agua, los niños en jaulas están mejor y eso no lo digo yo, lo dicen psicólogos infantiles. Un molesto niño puede arruinar una jornada de playa hasta al más paciente de los individuos. ¿Quien no ha ardido en deseos de propinar un cachete a un pequeño cuando estaba chapoteando? Todos sin excepción.
En playa resulta horroroso exhibir un exceso de alegría así como un comportamiento puramente eufórico debiendo conservar en todo momento la adecuada compostura, canturrear espantosas canciones veraniegas tales como "Vamos a la playa calienta el sol" hacen al improvisado cantante merecedor de ajusticiamiento público con guillotina y en plaza del pueblo, dicho ajusticiamiento puede omitirse en caso de que el pronunciador de semejante afrenta padezca algún tipo de retraso mental, en cuyo caso bastaría con unos azotes y escarnio público para corregir tan espantoso comportamiento. En el año 1798 Federico de Sanzbul i Barroso, gobernador civil de Benidorm, mando asesinar a un espontaneo que canturreaba semejantes cancionzuelas presa de la euforía. Ni que decir tiene que aplaudo la resolución de Federico.

Arrojar agua a propósito otorga a sufridor de este comportamiento el pleno derecho de asesinar a sangre fría al arrojador sin que por ello deba rendir cuentas con la justicia y sin que el asesinado tenga derecho a entierro alguno. Las llamadas "aguadillas" deberían castigarse con la pena capital sin juicio previo.
Asistir a playa por la tarde es un acto de ordinariez suprema, impropio de personas de categoría y reconocido prestigio. La asistencia vespertina a playa evidencia un deseo de acaparar horas de agua que sinceramente me repugna.
Tomar el sol es un comportamiento inadmisible.
El adulto que hace castillos de arena en ausencia de su prole es un pervertido.
Buscar caracolas y objetos similares es de rácanos.
Comer en playa produce un mas que motivado rechazo social ya que va en contra de las más elementales reglas de decoro y moralidad, comer se come en casa o en ausencia de esta en restauran, en ausencia de ambos no se come. Al igual que me sobrecoge el consumo de sandevid, o licor de pobre, en público.
En playa no se pesca bajo ningún concepto.
A playa no se lleva a la abuela.
Por supuesto se debe observar con disciplina y rigor el cumplimiento de la digestión.
Cualquier tipo de juguete o instrumento de ocio playero esta de más si se quiere mostrar un adecuado comportamiento.
Ligar o intentar ligar en la playa es el sumun de la ordinariez y la desvergüenza.
El chiringuito ni se mira ni muchísimo menos se pronuncia su nombre. En cualquier caso se toma un ligero refrigerio en el establecimiento más cercano a playa pero siempre fuera de la misma.
Camisetas propagandísticas tales como "Lavadoras Paco" son de muy mal gusto en el atuendo playero.
El ejercicio de buceo en orilla debería ser constitutivo de infracción penal grave. El individuo que ataviado con sus gafas, tubo, aletas y demás explora las profundidades de la orilla de playa del Mar Menor, debería pasar un tiempo en el presidio para reflexionar sobre su mal comportamiento.
En el caso de que la colocación de la sombrilla se torne ineludible esta deberá colocarse de manera correcta siguiendo las técnicas apropiadas para cada modelo. El sujeto que pone en peligro la vida de un tercero por haber colocado mal la sombrilla no merece ni tan siquiera el calificativo de persona.
Con los visitantes extranjeros también llamados guiris no se habla, resulta harto patético el ver al tontito de turno como intenta decirle en pésimo inglés "hace calor" a un ciudadano alemán. Esta conducta nos podría poner en un apuro diplomático y además con toda la razón del mundo.

Amigos, mostrar un adecuado comportamiento en la costa depende única y exclusivamente de la adecuada observación de estos simples patrones de conducta.
No se muestren ordinarios en un entorno tan insufrible como es playa, pasemos por este duro trance con la mayor dignidad posible.
Pronto pasará el insufrible verano y con el se irán la playa y la puta que la parió.
CLARO EJEMPLO DE CONDUCTA INADECUADA. (FOTO DE ARCHIVO)

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